Mi curiosidad por la tecnología viene de siempre; ya de pequeña me encantaba cacharrear con todo tipo de hardware; abría y desmontaba videos, radios, mandos, teléfonos…el software también me estusiasmaba; jugaba día y noche al Spectrum y hasta me programaba juegos en BASIC. Si echo la vista atrás y pienso en lo rápido que ha evolucionado todo, y lo que queda aún por llegar, disfruto sólo de imaginármelo.
Y qué decimos de cómo recopilábamos y guardábamos todos nuestros recuerdos y experiencias antes; cajas y álbumes de fotos impresas, videos caseros con tomavistas en Super-8, grabaciones de magnetófonos y radiocasetes… todo esto nos suena hoy a prehistórico, ¿verdad? Y ¿qué impacto está teniendo la actual revolución digital, nacida a finales del siglo pasado? Extraordinarios cambios en todos los ámbitos, claro está, pero sobretodo en la interacción humana con la tecnología.
Uno de los momentos clave, fue precisamente hace seis años, cuando Steve Jobs presentó el iPhone, el ‘tres dispositivos revolucionarios en uno’, transformando tres grandes industrias; musical, telefonía e Internet, y provocando una nueva forma de interacción en nuestras vidas a través de un único e inseparable amigo del que hoy ya no sabemos despegarnos; el smartphone.
Me pregunto entonces; si a medida que la tecnología avanza y dicha interacción sigue creciendo, capturando y almacenando cada vez más información digital nuestra y de nuestro entorno, de nuestras acciones e interacciones, a través además, de múltiples formatos; videos, fotos, podcasts, posicionamiento GPS, blogs y opiniones, vivencias sociales… ¿qué ocurrirá con toda esta información cuando ya no estemos? ¿dónde irá y quién se hará cargo de ella? Como además, la capacidad de almacenamiento y explotación inteligente de la información, crece también a toda velocidad (el tan de moda Big Data), y la mayoría de toda esta información no la guardamos ya localmente nosotros, sino que además la subimos y compartimos en ‘la nube‘, ese lugar virtualmente deslocalizado e ilimitado que otros gestionan, ¿no estaremos transformando nuestras vidas en almas de datos, inmortalizadas digitalmente en este nuevo ‘cielo’ tecnológico?
Me despido pues con una conferencia al respecto que me impactó mucho; My data soul, donde Pablo Rodríguez, Director de Investigación, Internet y Multimedia de Telefónica Digital y emprendedor de Silicon Valley de tres start-ups, nos habla de nuestra futura alma de datos.
¡Qué lo disfrutéis con toda vuestra alma!
Costumaniacs 